Por Agustín Baccá.
El rosarino nos convocó al cumpleaños número 40 de su disco debut y a las tres décadas de Circo Beat de en el microestadio de Villa Crespo. Condimento ideal para que el lunes tenga un poco de gracia.
La idea revisionista de Fito fue repasar ambos álbumes en orden, tal como hizo en 2005 cuando tocó de punta a punta Giros en el teatro Gran Rex y El amor después del amor en el Estadio de Vélez.
La cita era a las 21hs. Todo el campo estaba cubierto de sillitas, desde el escenario hasta las puertas traseras. El inicio se demoró unos minutos y el hambre del auditorio se combatió con mucho panchito, papitas, hamburguesas, nachos con cheddar y hasta tequeños venezolanos con salsita alioli.
La pregunta “¿cómo estará Fito?” sobrevolaba el auditorio, dado que a principios de septiembre, el músico sufrió un accidente doméstico que le ocasionó la fractura de cinco costillas. Los especialistas le diagnosticaron reposo absoluto, lo que llevó a la postergación de sus conciertos en Colombia y México.
Veintitrés minutos después de la hora pautada salió la banda, de estricto traje, remera y zapatitos blancos. Se ubicaron en una tarima y esperaron al protagonista de la noche que pisó el escenario con un traje negro con brillitos incrustados, cual divo ochentoso. Agradeció a los presentes y tomó asiento en el piano de cola, dispuesto a revivir su disco debut.
Así pasaron las canciones “Del ’63" y “Tres Agujas” la cual sufrió un problemita técnico en el micrófono del rosarino. “La rumba del piano” hizo levantar a la gente de las butacas por primera vez y “Cuervos en casa” generó silbidos, porque pasa lo de siempre, recordamos que nuestro país es cíclico y que lo que se escribió hace 40 años hoy no pierde actualidad.
La banda formó con: Diego Olivero en bajo y teclados, Gastón Baremberg en la batería, Juan Absatz (teclados y coros), Juani Agüero como el guitar hero de la noche, Vandera (guitarra, teclados y coros) y la voz de Emme, hija de Lito Vitale, pero estrella que brilla con luz propia en momentos como “Rojo como un corazón” cantando a dúo con Páez. A ellos se le sumó los vientos de Ervin Stutz (trompeta y flugelhorn) Alejo von der Pahlen en saxo (con un rol destacado en “Sable Chino”) y Santiago Benítez en el trombón.
Tras un breve parate entre el final del primer disco y Circo Beat, los músicos salieron a escena dejando el último lugar para que Fito vuelva, esta vez con traje oscuro pero camisa naranja y anteojos en forma de rombo. Se lo notó un poco más cómodo, más suelto. Y arrancó con el tándem “Circo Beat” y “Mariposa Tecknicolor” para desenfreno del público.
En el cierre del hit, tuvimos la única declaración de la noche, donde Fito pidió comprensión: “Estoy en shock, muy emocionado por muchas cosas y eso no le hace bien a la música a veces, asi que me voy a concentrar, voy a hacer lo mejor que pueda para llegar hasta el final y ojalá eso nos abrace a todos, con mucha fuerza”.
Raro.. raro como que, seguido a eso, se equivocó la letra de un párrafo de “Normal 1”, y eso que tenía las hojas ahí. “Tema de Piluso” y “She’s Mine” fueron dos grandes momentos, preludio de un tremendo solo de guitarra de Juani Agüero en “El jardín donde vuelan los mares”. “Soy un hippie” sorprendió con los 10 músicos en primera fila, con 10 micrófonos, cantando a capella, mientras que “Dejarlas Partir” se llevó el premio a mejor puesta en escena, crédito de Sergio Lacroix.
Terminado el setlist de ambos discos, se prendieron las luces del Movistar Arena. Algunos se levantaron y enfilaron a la salida, pero tuvieron que retroceder porque el cierre de la noche fue con la furiosa “Ciudad de Pobres Corazones” con un Fito Páez rabioso en traje oscuro y ahora con camisa negra, pidiendo una guitarra Gibson amarilla para acompañar, con ademanes tipo Pete Townshend, el solfeo de Juani Agüero y culminar la noche rockeando hasta terminar exhaustos. Nada mal para un lunes.
Cobertura Audiovisual: Valen Arislur
Foto: Marcos Mezzottoni