Quizás los porteños no nos damos cuenta pero la Ciudad de Buenos Aires, en pleno siglo XXI, mantiene esa mística que no se puede definir a ciencia cierta, ese qué se yo.
El domingo suele ser un buen día para turistear en el centro, y quienes hayan ido a sacarse la típica foto con el Obelisco de fondo, seguramente se llevaron una gran sorpresa: ¿qué hacían dos tipos en la punta -literal- del monumento?
Resulta que después de casi un siglo se realizó el cambio del pararrayos del monumento de 60 metros de altura, y para realizar semejante tarea fue necesario el esfuerzo y el trabajo humano.
Como todavía no se inventó la inteligencia artificial para tal efecto, Martín Ciccioli entrevistó a Darío Argañaraz, el torrista profesional encargado de realizar el cambio de elemento.
“Tuve una sensación rara porque sabía que estaba haciendo historia porque estaba cambiando un pararrayos de casi 100 años y este era el segundo. Y después no se cuándo irán a volver a cambiarlo”, sostuvo Argañaraz.
Dale play y escuchá completa la genial entrevista en Quién Paga La Fiesta.